Me estoy auto-exigiendo sacar
todo de mi, me concentro, cojo fuerzas, otra intentona, tensión absoluta, todo
mi sistema de potencia preparado. Vamos, sé que va a doler pero tú puedes,
tengo que concentrarme al máximo. Ya voy teniendo una edad pero sé que de esta
salgo. Mi nobleza es absoluta. “Fé ciega en el mando” que se dicen en otros
entornos y en otros tiempos, -que pena que estas cosas se vayan perdiendo-,
pienso. Y no solo me lo exijo yo, también me lo piden desde fuera. Juro por el
cielo que he exprimido toda la potencia que tenía dentro en las últimas
intentonas. Miro al cielo, ni una gota de viento que refresque esta situación. Lo
que faltaba. Y sufro, sufro porque le he fallado a mi gente que con tanto
cariño me trata y que han venido hoy (casi) todos a verme y a pasar el día
conmigo. De mis compañeros no soy el más guapo, ni el más joven, ni el más
musculoso, ni el mejor vestido, ni el más grande aunque tampoco el más pequeño…
pero desde que nuestras vidas se cruzaron sabía con certeza que desde ese
momento no se separarían. Y sí, aunque nadie lo crea, yo les elegí, les hablé,
les dije que les estaría aquí esperando, que yo sabía que no se trataba de
fácil empresa y que les haría exprimirse un poco en varios aspectos pero les
pedí que confiaran en mí para tan singular aventura de vida. Sí, en seguida me
di cuenta, les reconocí en sus caras la firmeza, solidez de proyecto tras
proyecto de vida abarcado con éxito, aunque ahora algo traspuestos por envites
que por primera vez se escapan de su control y que les tienen fuera de juego… pero
los reconozco al instante, son aventureros, poca aversión al riesgo en todas
sus dimensiones, ahí, como yo, es donde ven la chispa a la vida. ADN compartido
conmigo, seguridad de inicio de buena relación.
Miro al frente, no consigo
arrancar, me desplomo de nuevo. Descanso un poco, miro por el través y me cercioro
de que hay nervios, algunos que se liberan abajo de forma ágil, deliberada
aunque incontenida. A pesar de todo se mantiene la calma general, pero
paradójicamente la tensión es suprema. Comunicaciones semi-duplex constantes,
de ida y venida. Escucho con cierta gracia que también se informa de esas
liberaciones de nervios, pero no se llega a más allá. Se dice que hay dos tipos de personas, aquellos
que en momentos difíciles, los de jugarse mucho o incluso la vida, se concentran
para sacar lo mejor de sí mismo, y otros que sin embargo se hacen presa del
pánico y se auto-limitan. Caprichos genéticos que muestran de qué metal estás
hecho por dentro y que habitualmente revelan grandes sorpresas para gentes con
interior débil pero desigual fachada. Hoy todos y cada uno de nosotros incluido
yo estamos a examen y estamos aprobando con nota.
Concentración máxima de nuevo,
tengo que hacer otra intentona. Además me la suplican desde fuera. Imploro al
cielo para que me traiga algo de brisa que me refresque en esta situación tan
difícil. Vamos, inténtalo. Me sé la secuencia… calma, concentración, dolor, y
respuesta, que hasta ahora siempre ha sido negativa. Y justo en plena concentración
esa brisa refrescante llega del cielo. Giro del destino. Sonrío. Nunca perdí la
esperanza de que los sacaría de esta. Ahora la salida ya está aquí. Mantengo mi
sonrisa. Me llamo AlAndar.
Ellos parece que también se dan
cuenta de ese viento. La actividad ahora en cubierta es frenética. El momento
es límite, ha llegado el viento justo cuando la orza comienza a acariciar el
sustrato rocoso del fondo marino. Buen rato a la deriva, sin gobierno, no sé
cuanto pero que sabio era Einstein. Ella a la rueda, él con el velamen.
Tripulación a la orden. Genova fuera en un santiamén. Trimado acorde a las condiciones.
Por fin, empujo mi núcleo duro, me apoyo en mi quilla, el viento sujeta la vela
y yo tensiono mi escota. Nos movemos, estamos aún cerca de la escabechina por
posible vía de agua ante rotura de quilla. 1 nudo, 1.3, 2, 2.5 nudos, estamos
fuera, los he sacado. Momento de máximo peligro pasado, aún queda lidiar con el
barco sin motor y sin gobierno si vuelve a bajar el viento. Ella firme a la
rueda, él atento al velamen, tripulación atenta a cualquier orden. De nuevo comunicación
semiduplex por el 16 pero ahora de la situación ya salvada.
Seguimos navegando, barajamos el
atraque a vela pero finalmente nos acercamos al máximo al puerto y solicitamos
que salgan a la bocana para que nos remolquen hasta el amarre. Difícil
encontrar mejor tripulación. Falta de gobierno, estrés y nervios, carencia de
viento que permita sacar la mayor para estabilizar y mar de fondo de temporales
pasados han puesto a prueba el arroz, tío-vivo a prueba de estómagos pero todos
hemos cuidado de todos. Frustada imposibilidad de comunicación y agradecimiento
a Ana y Pomoker, vuestro comportamiento ha sido ejemplar.
Atracamos y ellos dos se funden
en un abrazo mientras el resto no observa desde fuera, alguna lágrima de bajón
de adrenalina y situación post-traumática. Situación no aclimatada en sus
vidas, nueva eyección de zona de
confort. Yo les susurro a través del viento que hoy ha sido el comienzo de su
graduación de marineros. Ellos lo saben…. Y cuanto lo disfrutan.