miércoles, 14 de septiembre de 2016

Otro día

      Me estoy auto-exigiendo sacar todo de mi, me concentro, cojo fuerzas, otra intentona, tensión absoluta, todo mi sistema de potencia preparado. Vamos, sé que va a doler pero tú puedes, tengo que concentrarme al máximo. Ya voy teniendo una edad pero sé que de esta salgo. Mi nobleza es absoluta. “Fé ciega en el mando” que se dicen en otros entornos y en otros tiempos, -que pena que estas cosas se vayan perdiendo-, pienso. Y no solo me lo exijo yo, también me lo piden desde fuera. Juro por el cielo que he exprimido toda la potencia que tenía dentro en las últimas intentonas. Miro al cielo, ni una gota de viento que refresque esta situación. Lo que faltaba. Y sufro, sufro porque le he fallado a mi gente que con tanto cariño me trata y que han venido hoy (casi) todos a verme y a pasar el día conmigo. De mis compañeros no soy el más guapo, ni el más joven, ni el más musculoso, ni el mejor vestido, ni el más grande aunque tampoco el más pequeño… pero desde que nuestras vidas se cruzaron sabía con certeza que desde ese momento no se separarían. Y sí, aunque nadie lo crea, yo les elegí, les hablé, les dije que les estaría aquí esperando, que yo sabía que no se trataba de fácil empresa y que les haría exprimirse un poco en varios aspectos pero les pedí que confiaran en mí para tan singular aventura de vida. Sí, en seguida me di cuenta, les reconocí en sus caras la firmeza, solidez de proyecto tras proyecto de vida abarcado con éxito, aunque ahora algo traspuestos por envites que por primera vez se escapan de su control y que les tienen fuera de juego… pero los reconozco al instante, son aventureros, poca aversión al riesgo en todas sus dimensiones, ahí, como yo, es donde ven la chispa a la vida. ADN compartido conmigo, seguridad de inicio de buena relación.


      Miro al frente, no consigo arrancar, me desplomo de nuevo. Descanso un poco, miro por el través y me cercioro de que hay nervios, algunos que se liberan abajo de forma ágil, deliberada aunque incontenida. A pesar de todo se mantiene la calma general, pero paradójicamente la tensión es suprema. Comunicaciones semi-duplex constantes, de ida y venida. Escucho con cierta gracia que también se informa de esas liberaciones de nervios, pero no se llega a más allá.  Se dice que hay dos tipos de personas, aquellos que en momentos difíciles, los de jugarse mucho o incluso la vida, se concentran para sacar lo mejor de sí mismo, y otros que sin embargo se hacen presa del pánico y se auto-limitan. Caprichos genéticos que muestran de qué metal estás hecho por dentro y que habitualmente revelan grandes sorpresas para gentes con interior débil pero desigual fachada. Hoy todos y cada uno de nosotros incluido yo estamos a examen y estamos aprobando con nota.


     Concentración máxima de nuevo, tengo que hacer otra intentona. Además me la suplican desde fuera. Imploro al cielo para que me traiga algo de brisa que me refresque en esta situación tan difícil. Vamos, inténtalo. Me sé la secuencia… calma, concentración, dolor, y respuesta, que hasta ahora siempre ha sido negativa. Y justo en plena concentración esa brisa refrescante llega del cielo. Giro del destino. Sonrío. Nunca perdí la esperanza de que los sacaría de esta. Ahora la salida ya está aquí. Mantengo mi sonrisa. Me llamo AlAndar.


     Ellos parece que también se dan cuenta de ese viento. La actividad ahora en cubierta es frenética. El momento es límite, ha llegado el viento justo cuando la orza comienza a acariciar el sustrato rocoso del fondo marino. Buen rato a la deriva, sin gobierno, no sé cuanto pero que sabio era Einstein. Ella a la rueda, él con el velamen. Tripulación a la orden. Genova fuera en un santiamén. Trimado acorde a las condiciones. Por fin, empujo mi núcleo duro, me apoyo en mi quilla, el viento sujeta la vela y yo tensiono mi escota. Nos movemos, estamos aún cerca de la escabechina por posible vía de agua ante rotura de quilla. 1 nudo, 1.3, 2, 2.5 nudos, estamos fuera, los he sacado. Momento de máximo peligro pasado, aún queda lidiar con el barco sin motor y sin gobierno si vuelve a bajar el viento. Ella firme a la rueda, él atento al velamen, tripulación atenta a cualquier orden. De nuevo comunicación semiduplex por el 16 pero ahora de la situación ya salvada.


     Seguimos navegando, barajamos el atraque a vela pero finalmente nos acercamos al máximo al puerto y solicitamos que salgan a la bocana para que nos remolquen hasta el amarre. Difícil encontrar mejor tripulación. Falta de gobierno, estrés y nervios, carencia de viento que permita sacar la mayor para estabilizar y mar de fondo de temporales pasados han puesto a prueba el arroz, tío-vivo a prueba de estómagos pero todos hemos cuidado de todos. Frustada imposibilidad de comunicación y agradecimiento a Ana y Pomoker, vuestro comportamiento ha sido ejemplar.



     Atracamos y ellos dos se funden en un abrazo mientras el resto no observa desde fuera, alguna lágrima de bajón de adrenalina y situación post-traumática. Situación no aclimatada en sus vidas,  nueva eyección de zona de confort. Yo les susurro a través del viento que hoy ha sido el comienzo de su graduación de marineros. Ellos lo saben…. Y cuanto lo disfrutan.